EL TRIUNFO DE LA HIGIENE NATURAL - DR. OCTAVI PIULATS

15.12.2011 20:20

 

 Gracias a su expansión, la Medicina Natural está empezando incluso a ser reconocido en algunos aspectos por la medicina oficial. Mucho antes de que la medicina ortodoxa elaborase la teoría del colesterol y señalase el peligro que supone el estrés, el fumar y una dieta excesivamente rica en proteínas, dicha medicina habla defendido la necesidad de dietas equilibradas en proteínas y la eliminación de las drogas blandas como la clave preventiva ante las enfermedades del aparato circulatorio. Por otro lado, algunos de los postulados clásicos de la alimentación naturista, como por ejemplo la necesidad de ingerir alimentos integrales, han sido en los últimos años ampliamente reconocidos por la medicina oficial; en la actualidad la importancia de la fibra y la celulosa en la buena marcha de los procesos digestivos se halla ampliamente documentada. También en farmacología algunos de los elementos terapéuticos de la medicina natural han obtenido reconocimiento oficial. El poder bactericida del ajo, por ejemplo, o las virtudes curativas de la miel; aspectos conocidos y empleados por la tradición naturista durante decenios han hallado su confirmación oficial a través de estudios epidemiológicos y de laboratorio.

    A pesar de esta época de éxitos y reconocimiento, que la medicina natural comparte también con otras medicinas alternativas, la filosofía natural ha entrado también en un mundo de contradicciones y paradojas. Debido esencialmente a los problemas ecológicos que afectan hoy a la humanidad, la medicina natural contempla con estupor cómo algunos de sus postulados fundamentales corren peligro de pervertirse.

 

NATURISMO Y CRISIS ECOLÓGICA

    El Naturismo que engloba la medicina natural, es uno de los escasos movimientos sociales que predijo con bastante acierto la crisis eco lógica que en la actualidad padecemos. En los años veinte diversos pensadores naturistas advirtieron del tremendo impacto contaminante y destructor de la salud que se avecinaba con la superindustrialización y la química del cloro. El químico Ragnar Berg, en un inolvidable libro titulado “Los fundamentos de la correcta alimentación”[1], advierte ya en 1928 que la reconversión de la agricultura europea en agricultura intensiva a través de los principios científicos preconizados por Justus Liebig, basados en el monocultivo y un fuerte abonado químico de la tierra, conducirán a una gran pérdida de vitaminas y elementos minerales en los cultivos, lo que repercutirá en el sistema inmunitario de los europeos. Lo cierto es que la grave contaminación que padece hoy el mundo industrializado debilita la capacidad regenerativa y curativa del arsenal terapéutico naturista.

    Como ya hemos apuntado, el marco terapéutico de la medicina natural se basa en combinar la fuerza regenerativa de los elementos naturales terrestres: agua, aire, tierra y sol/fuego, en relación con un profundo cambio dietético y un adecuado ejercicio físico y psíquico. Se da la circunstancia de que precisamente la contaminación actual está despotenciando y pervirtiendo la capacidad innata de curación que poseen estos elementos naturales. En primer lugar tenemos el problema que afecta a la hidroterapia, una de las técnicas base del ideario naturista. El agua que empezaron a usar los naturistas a finales del siglo XIX era todavía un agua viva y apenas contaminada. El agua que en la actualidad fluye en los hospitales de las grandes ciudades europeas es un agua que ha sido profundamente tratada y clorada y que no es capaz de contener vida.

    Por lo que respecta al elemento aire nos encontramos con una problemática parecida. El naturismo clásico recomienda, por ejemplo, efectuar diversas respiraciones matinales a cielo abierto, pero un habitante de las grandes ciudades europeas actuales difícilmente puede llevar a término este precepto, debido a la contaminación aérea de las urbes; otra de las recomendaciones clásicas de la medicina natural es el dormir con las ventanas abiertas o semiabiertas incluso en invierno; para los habitantes de pueblos cercanos a complejos industriales estos preceptos higiénicos pueden ser contraproducentes, ya que las industrias suelen aprovechar precisamente las horas nocturnas para emitir al medio los contaminantes más peligrosos.

    La geoterapia o curación con la tierra siempre ha sido uno de los más firmes puntales del arsenal curativo naturista hasta hoy, en que también el mismo suelo comporta problemas. Si queremos recoger arcilla o simplemente tierra para preparar alguna compresa, es mejor que nos dirijamos a zonas no industrializadas, ya que de no ser así corremos el riesgo de utilizar tierra impactada por residuos industriales. Incluso el famoso baño de arena en las playas debe ser visto hoy con ciertas reticencias. La arena de las playas suele ser de materiales procedentes de otros lugares geográficos, y debido a la masificación del turismo en algunas playas se halla higiénicamente en muy mal estado.

    Pero de toda esta perversión de los elementos naturales, quizás sea a largo plazo el solo elemento ígneo el que ofrece un espectáculo más desolador. La innegable desaparición de la capa de ozono estratosférica, que nos protege de las radiaciones ultravioletas solares y cósmicas, implica poco menos que neutralizar toda un arma terapéutica tan básica en el naturismo como la helioterapia. Los autores clásicos del naturismo afirmaban, hasta hace poco, que una piel bronceada por el sol era un signo de inmunidad frente a las enfermedades y de gran salud; hoy, en cambio, tener una piel bronceada puede ser la antesala de un cáncer de piel, sobre todo en el Hemisferio Sur.

 

LOS RIESGOS DE LA DIETA NATURAL

    La agricultura intensiva actual, basada en un exagerado empleo de fertilizantes artificiales y un uso indiscriminado de organoclorados y organofosforados, está empezando a neutralizar uno de los fundamentos terapéuticos básicos de la medicina natural, como es el crudivorismo. Independientemente de la gran pérdida de vitaminas y sales minerales que ofrecen los cultivos actuales debido a los monocultivos intensivos, la contaminación de frutas y verduras por residuos químicos y metales pesados arroja una turbia luz sobre las máximas alimenticias naturistas.

    Un símbolo en este sentido lo tenemos en la manzana, una fruta que para el naturismo es emblemática, ya que es al mismo tiempo depurativa y alimenticia. La medicina natural siempre ha recomendado que la manzana debe comerse con piel, dado que precisamente en dicha corteza se concentra un 70% de sus propiedades vitamínicas y enzimáticas. En cambio, en la actualidad sabemos que es precisamente en la corteza de la manzana donde se concentran los residuos de plaguicidas[2], por lo que parece mucho más conveniente pelar la manzana antes de comerla si no es de cultivo ecológico.

    Otro tanto ocurre con otro símbolo de los trofólogos hispanos: la naranja, contemplada por autores como Capo, junto con el limón, como la fruta curativa por excelencia. El cultivo actual de naranjas emplea durante el crecimiento de la fruta diversos plaguicidas y funguicidas. Uno de ellos es el peligroso Aldicarb[3], mutágeno e inmunodepresor para el ser humano, aparte de la posible aplicación de plaguicidas sistémicos que actúan por dentro del mismo fruto. Tras la cosecha las naranjas actuales son maduradas artificialmente con emisión del gas etileno (proveniente del complejo petroquímico tarraconense), luego rociadas con conservantes como el Tiabendazol y funguicidas como el Ortofenilfenol, sustancias alérgicas y cuyo impacto en la salud humana se halla escasamente estudiado. Una naranja que ha sufrido estos tratamientos, antes y después de su recolección, difícilmente puede ser aquel fruto lleno de vida y potencialidad curativa que preconizaban las publicaciones naturistas del País Valencià. Aunque quitando la piel eliminemos una parte considerable de los residuos químicos, los expertos valoran que un 10% de ellos permanece en interior del fruto.

    Otro de los problemas actuales del naturismo lo tenemos en empleo de los cereales integrales. Estudios recientes[4] ratifican que es precisamente en la corteza y el germen de cereales como trigo, el centeno o el mismo arroz donde se acumulan los residuos químicos; desde esta perspectiva el naturista que se alimenta de reales integrales está mucho más expuesto hoy al impacto contaminante de los metabolitos de los organoclorados y organofosforados que quienes ingieren alimentos descascarillados.

    En el sector de las verduras los problemas químicos no se centran tanto, como en el caso de las frutas y cereales, en los residuos de plaguicidas, sino en problema de los nitratos y la acumulación de sustancias residuales ambientales como pueden: los metales pesados o las dioxinas. Escojamos por ejemplo una de las verduras más encomiadas por el naturismo hispano como es la lechuga. En la actualidad una lechuga procede de invernaderos o su abonado nitrogena ha sido muy intenso, contendrá promedios de hasta 2.000 ppm de nitratos, lo que debido a la posible transformación de nitratos en nitritos en nuestro metabolismo implica un peligro potencial para la salud[5]. Por otra parte, dos los cultivos de huerta situados en los cinturones de las grandes urbes suelen encontrarse cerca de complejos industriales, que implica una fuerte sedimentación de sustancias contaminantes sobre las verduras.

    Por esta razón, también hoy debemos abandonar el principio naturista que afirmaba que las partes más sanas de las verduras son aquellas que contienen más clorofila, es decir las externas, siendo conscientes de que debemos renunciar a la ingestión de las primeras hojas de las verduras, a menos que éstas se hayan cultivado ecológicamente.

 

NATURISMO Y TERCER MUNDO

    Existen además aspectos dietéticos y filosóficos naturistas que trascienden del ámbito comarcal o nacional e inciden en las poblaciones de países lejanos a Europa. Muchas de las frutas que algunos naturistas consumen hoy, como las piñas tropicales, las papayas, los mangos y los kiwis poseen también un impacto social a través de sus cultivos.

    En algunos países africanos, por ejemplo, los cultivos de cacahuetes y piña son responsables de graves problemas ecológicos, no sólo por los residuos químicos que originan, sino también porque ocupan unas tierras de cultivo a veces vitales para la autosuficiencia de la mayor parte de la población de aquellos países.

    El ideario naturista siempre ha potenciado el empleo de productos naturales, por ejemplo las fibras como el algodón o la lana, frente al empleo de fibras sintéticas. En la actualidad sabemos que los monocultivos de algodón, debido al impacto de residuos de los organoclorados y organofosforados sobre el medio, se han convertido en depredadores de la naturaleza que los rodea. Existen hoy muchos ejemplos de este tipo, en los que el cultivo intensivo de un elemento natural tiene una grave repercusión social o ecológica en el Tercer Mundo.

    Finalmente, en el tema del transporte también parece razonable exigir al naturista que dé prioridad al consumo de la producción agrícola autóctona, y que no compre indiscriminadamente alimentos generados a miles de kilómetros y transportados con grandes gastos de energía.

 

EL NATURISMO Y LA MEDICINA NATURAL  ANTE LA MODERNIDAD

    Esta es pues, en resumen, la paradoja de la medicina natural en el mundo moderno. Mientras por un lado la filosofía naturista se halla en expansión y ofrece un contrapunto valioso a las nuevas tecnologías; por otro, sus máximas armas curativas y regeneradoras, provenientes de la propia naturaleza, se hallan en peligro de ser neutralizadas y destruidas por la contaminación originada en la sociedad industrial.

    Con esta conclusión no estamos abogando por un retorno a la dieta industrial ni defendiendo a la medicina ortodoxa; creemos que el movimiento naturista debe asumir esta grave contradicción, y ser capaz de integrar en sus postulados la defensa ecológica del planeta. El naturista coherente consigo mismo debe hoy complementar su postura de defensa de la salud y prioridad de lo natural, con los principios teóricos y prácticos de la ecología y el ecologismo. El naturismo del año 2010 parece pues dirigirse hacia una profunda síntesis con la ecología, síntesis que también puede ser muy beneficiosa para los nuevos movimientos sociales, que a menudo desconocen las potencialidades del ideario naturista.

    He aquí algunos principios de renovación del ideario naturista a través de criterios ecológicos:

    • El movimiento naturista debe tener progresivamente mucho más control sobre las fuentes de producción dietética; esto implica promocionar la crítica al sistema actual de agricultura y ganadería intensiva, y apoyar las experiencias de agricultura ecológica en nuestro país; sólo unos campos libres de organofosforados y organoclorados, y de abonado artificial, pueden volver a garantizar la vitalidad y poder curativo de los alimentos.

    • Preservar el poder curativo de los cuatro elementos fundamentales del planeta -tierra, agua, aire y sol/fuego- requiere una extensa crítica al modelo industrial actual, basado en una contaminación permanente de nuestras fuentes de vida. El naturismo, pues, debe apoyar una profunda reconversión industrial y amplios programas de descontaminación. Sobre todo parece básico fomentar el desarrollo de industrias de mínimo impacto en la naturaleza, con circuitos de reciclado y, sobre todo, dispuestas a sustituir las materias primas de la petroquímica y de la química del cloro por sustancias minerales, vegetales y animales de carácter natural.

     • Dado que una de las fuentes más importantes de contaminación la constituye la quema de combustibles fósiles, el naturismo debe plantearse el modelo energético occidental, y a la postre su mismo modelo de desarrollo. Aquí parece indispensable el apoyo y el fomento de las energías no contaminantes y renovables.

    • En aras de un concepto de salud integral, tanto en la urbe como el campo, es fundamental variar el actual concepto de urbanismo y distribución del territorio, basado en la prioridad del automóvil y la industria. Así, el naturismo debe promocionar tanto la defensa de espacios naturales como, y sobre todo, la reconversión de las ciudades en lugares en donde se introduzca la naturaleza.

    • El éxito médico del naturismo en los últimos años debe consolidarse también en el mundo científico. Para ello es fundamental que el movimiento naturista cree clínicas y hospitales naturistas donde se pueda realizar una clínica natural, primer paso para conseguir que la Seguridad Social acepte servicios de medicina natural en sus baremos.

    • La evolución actual hacia nuevas tecnologías y sobre todo hacia la manipulación genética implica un enorme riesgo para los principios más fundamentales del ideario naturista. Se da la circunstancia de que, ante la grave crisis ecológica actual, el criterio y la medicina naturista pueden ser una de las alternativas reales para amplias capas de la sociedad. De hecho, el criterio naturista profundo es una buena alternativa a la utopía negativa que nos pretende vender la ingeniera genética.

     • Dado que los problemas afectan al naturismo son globales, se hace necesario que el Tercer Mundo se tenga en cuenta en el ideario naturista. Cualquier equilibrio de la salud de los occidentales no puede hacerse a costa de la salud de los demás habitantes del planeta. Pero también a la inversa, no podemos aceptar  que debido a un mercado libre, la agricultura y la ganadería autóctonas desaparezcan y nos veamos obligados a consumir productos de lejanos países a menudo contaminados. Es pues exigible la reconversión de la agricultura industrial en agricultura biológica en los países industrializados.

 

ANEXO

    Tras la segunda guerra mundial aparece un periodo de franca recesión en la difusión del naturismo y de las técnicas de la medicina natural. En los años cincuenta la segunda ola de industrialización que se abate sobre Europa lleva consigo un considerable desarrollo de la medicina convencional; es la era del surgimiento de la cirugía, de los antibióticos y de la aplicación masiva de vacunas y analgésicos. Durante algunos años la población europea cree que la medicina moderna es omnipotente y que los días de las enfermedades modernas están contados.

    Pero ya a mediados de los sesenta los médicos críticos advierten que a pesar de que una gran parte de las enfermedades infecciosas han sido dominadas, las camas de los hospitales continúan sin vaciarse; es decir, se constata un considerable aumento de nuevas dolencias crónicas que reemplazan a las dolencias agudas; con el explosivo aumento del cáncer y de las enfermedades circulatorias y nerviosas, la población advierte que la utopía de la medicina oficial ha entrado en crisis. Es precisamente en estos años cuando el naturismo, junto a otras medicinas alternativas, vuelve a tomar auge en la sociedad. En los años setenta aparece en nuestro país un verdadero renacimiento de los ideales naturistas, como puede constatarse a través de diversas publicaciones.[6]

    A mediados de los ochenta la medicina oficial. Por primera vez desde su fusión con el método positivista en el siglo XIX, pasa a la defensiva debido a la sorprendente aparición de unas enfermedades como las infecciosas que se creían ampliamente desterradas. Los nuevos virus generan enfermedades tan serias como las hepatitis, la infección del legionario o la fiebre de Marburg; por si esto fuera poco el virus del sida ha desencadenado una epidemia mundial al estilo de las viejas pestes medievales, y nada indica hasta la fecha que la medicina moderna esté en condiciones de detenerla.

 



[1] Ragnar Berg, Die Grundlagen einer richtigen Ernehrung, Dresden, 1928.

[2] “Apfel Test”, en Ökotest. nº 7, 1988.

[3] “Der schene Schein”, en Brigitte nº 24, 1990

[4] Chemie in Lebensmitteln, pág. 103, Katalyse Umweltgruppe. Colonia, 1988.

[5]  Véase Integral nº 130.

[6] Como las revistas Regenérate, Cúrate y Medicina Natural. Posteriormente aparece Natura Medicatrix.